Área: 28 m2

Cada individuo tiene un espacio personal, vital e íntimo propio. Para dar un ejemplo, podríamos decir que consta de la cantidad de aire que se utiliza para llenar un determinado cuarto en determinado contexto. Mientras el individuo se traslada en el cuarto, el aire fluctúa. Si somos capaces de materializar dichos cambios que son apenas percibidos por el usuario, podemos modificar el espacio existente o, aún mejor, crear un espacio nuevo, mientras el individuo deja una huella detrás.

El espacio adquiere un significado completamente distinto al original, cuando cada individuo deja tras su paso un globo transparente con el aire de sus pulmones. Es posible observar el oxígeno inicial ser reemplazado por el del globo, los cuales representan la huella de la presencia que previamente transitó por el espacio. El número de personas que dejan tras de sí el globo inflado determina los cambios que el espacio inevitablemente sufre. En este sentido, el visitante no se concibe como un espectador pasivo si no como un productor en la pieza. El paso de los visitantes determina cómo se perciben los cambios del espacio, en el reemplazo del oxígeno por el suyo y en el reacomodo del espacio. La apariencia transparente y difusa del globo otorga al cuarto cierta ambigüedad, y al aumentar la cantidad de globos la percepción del lugar se altera.